A los portadores de pasaporte veneco

Todos los que somos de la tierra caribeña del beisbol y la polarcita hemos escuchado al menos un cuento del primo/amigo/novio/hermano de alguien que lo devolvieron del aeropuerto de __________ por no tener carta de invitación, reserva de hotel ni nada parecido. Siendo yo un personaje peculiar a la vista, joven, sin hijos, sin grandes propiedades en mi país (materiales, porque de las otras me siento millonaria), que viajaba sola, sin una ruta muy definida ni dinero de sobra, estaba segura que sería blanco fácil para ser una de las primas/amigas/novias/hermanas de esos cuentos. Claro, que eso no me detuvo para viajar, sólo me hizo cubrir todas mis bases antes de cruzarme con la mujer policía que casi casi no me deja hacer la investigación que ahora corresponde a este blog.

4 de enero de 2012 6:30 pm: Llegada a Maiquetía: franela de la suerte (roja, estampada con el traje de la mujer maravilla), morral en la espalda, maleta de mano de rueditas que guardaba una carpeta que tenía fotocopias hasta de mis notas del colegio, emociones a millón, 400 € cadivi en efectivo, cámara lista y expectativas por los cielos.

4 de enero 2012 7:00 pm: Primer ‘problema’ con la autoridad: Guardia Nacional barrigón me interroga incesantemente en la cola del counter de la aerolínea, me pregunta que por qué voy a París y le respondo ‘porque puedo’, gesto que tomó como desafiante e hizo que su interrogatorio se extendiera por 10, 15 minutos más y su actitud se hiciera más agresiva. Afortunadamente él no podía hacer nada por detenerme y le jugué una clásica: el que no la debe, no la teme.

4 de enero de 2012 10:00 pm: Despegue y reflexión innecesaria viendo por la ventanita del avión: Aún cuando Algo Distinto fue un proyecto que se me atravesó en la cabeza apenas un mes antes de comenzar el viaje, tenía casi un año con el ticket de avión comprado esperando ponerle fecha y comenzar mi travesía. Nunca lo pensé demasiado, sabía que quería viajar, conocer los monumentos que sólo había visto en pantalla y las obras de los museos que sólo había visto en libros y ver a mis amigos, por eso compré el boleto, pero hasta ese momento en el aire viendo como se quedaban atrás las lucecitas de La Guaira, nunca pensé en lo que dejaba y en todo lo que llevaba conmigo.

5 de enero 2012 6:00 am: Aterrizaje en el Aeropuerto de Barajas (Madrid): Como la mayoría de los vuelos procedientes de Maiquetía con destino a Europa, el mío también hizo ‘escala’ en Madrid, pongo escala entre comillas porque además de cambiar de avión también se hace el control de inmigración. No importa cual sea tu país europeo destino, si eres un turista con pasaporte venezolano sin visa, los españoles te ven como si fueras un ilegal más que vas a quedarte en sus preciadas tierras que en este caso era algo bastante alejado de la realidad.

5 de enero 2012 6:30 am: ‘Señorita, por favor acompáñenos’: Estando delante del vidrio del policía de inmigración siento como un frío me recorre desde la nuca hasta la base de la espalda, nunca antes había estado en una situación similar, para este señor yo era culpable hasta que se demostrara lo contrario, con sólo verme decidió que era una amenaza dejarme entrar a su continente aún cuando yo le explicaba que estaría sólo 15 días en París antes de seguir a Inglaterra donde me quedaría con familia. (Inglaterra forma parte del Reino Unido, que aún siendo parte de Europa no forman parte de la zona Euro y tienen distintas políticas de estadía, permitiendo a cualquier turista permanecer 180 días en territorio británico a diferencia de los 90 que permiten en  la zona Schengen). Este señor poco amable que me veía como si mi papá le debiera mucho dinero llamó por un intercomunicador a una mujer policía que se acercó a mis espaldas y me dijo: Por favor, venga conmigo.

5 de enero 2012 7:00 am: ‘Por favor, deje su equipaje en este casillero y espere en esta habitación’: Después de explicarle a la oficial en cuestión de donde vengo, qué hago, a donde iba, qué hace mi familia en Venezuela, con cuanto dinero contaba y la ruta que tenía ‘establecida’ me llevo la sorpresa de que todas mis pruebas son insuficientes para ella, quien sin haberme dicho ni buenos días cuando nos sentamos en el escritorio me responde: “Pues, tendrás que esperar en la sala de detención hasta que podamos corraborar tus boletos y referencias, yo dudo mucho que los ingleses no tengan problema con dejarte pasar por 6 meses sin visa ni referencias bancarias oficiales”. Era oficial: Ella no me quería de su lado del mundo y yo estaba sola y sin tener a quien pedirle ayuda, no había más nada que hacer que esperar ¡Tenía pánico! (y el autosaboteo que me recordaba todos los capítulos de preso en el extranjero que NatGeo me mostró el año pasado)

5 de enero de 2012 8:00 am: ‘Tome su pasaporte, bienvenida y ojalá no pierda el vuelo’: Después de haber esperado una hora en una habitación forrada de advertencias gubernamentales, con 2 personas que se veían bastantes más culpables que yo, mientras pensaba que me devolverían a Ccs y todo mi esfuerzo por viajar sería en vano, se abrió la puerta de la sala en la que estábamos y una segunda mujer policía con una sonrisa en la cara dijo: “Señorita Carmen Graterol, venga, recoja su equipaje y diríjase a su puerta de embarque, ya corraboramos la información necesaria, ojalá pueda llegar a tiempo y que nuestras medidas de seguridad no la retrasen más”

5 de enero 2012 8:20 am: Despegue del vuelo Barajas – Charles de Gaulle, segunda reflexión innecesaria viendo a través de la ventanita del avión: Ya segura que nada podría detenerme me di el lujo de pensar en lo que acababa de pasar, me sorprendí de cómo me trataron, en mi país nunca había pasado por algo así, pensé mucho al respecto y traté de especular por lo que pasan todos los paisanos que se van a probar suerte a otros lados, reflexioné que ser un inmigrante sudamericano no es de los escenarios de vida más fáciles que te puedes plantear y estuve con esas cosas en la cabeza hasta que me dormí, al despertar tenía más ganas de trabajar en el proyecto y los siguientes 6 meses fueron de fogueo extremo en oficinas de inmigración, a todos tuve que explicarle a donde iba, de donde venía, quien soy y por qué lo hacía, esperar un promedio de 35 minutos que revisaran todas las fotocopias de la carpeta en cuestión que a medida que pasaba el tiempo se iba engrosando con cartas de invitación, que más que cartas eran emails informales que me enviaban mis amigos y que yo utilizaba como prueba máxima de que tenía razones válidas para entrar a ese país (emails sin firmas ni sello húmedo que adjuntaban imágenes scaneadas o fotos digitales de dnis/pasaportes/contratos de arrendamiento, etc que me facilitaban mis amigos para ser sometidos a este entuque migratorio), retuvieron mi pasaporte infinidad de veces me imagino que buscando pruebas de que era falso o algo así detectivesco y me defendí de agentes déspotas en varios idiomas. Ya hoy en día ninguno me intimida y a los últimos casi casi me atreví a decirles: ‘porque puedo y punto’.

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